Por EMILIA PRIETO
= Colaboración. Costa Rica y junio de 1937 =
No podré darme a buscar manchas negras ni reparos en esto, porque he de empezar haciendo declaración de simpatía y parcialidad. Sus versos me interesan en el conjunto, dentro de su misma orientación, y me empeñaré por señalar los detalles en que esa acertada orientación se afirma. Tampoco quiero puntualizar como bueno lo que al mismo autor—pasados ya los años —pueda llegar a parecerle malo, pero tengo seguridad de que una obra poética cuyos caracteres principales son talento y conciencia revelados en la observación clara, la novedad y justeza del epíteto y en el interés con que se ofrece la variedad de los temas, tendrá-—como consecuencia natural —un remate digno del comienzo.
Rodrigo Facio no se parece a nadie. Es él. En ese delicado ir diciendo el pensar con que se produce su verso, un neo-romanticismo suplanta aquello de la deshumanización. Siente y piensa las cosas y cuando está lleno de ellas, vierte su contenido en la vasija graciosa de la forma rimada a la manera con que ese divino poeta anónimo que es el pueblo dice:
las pestañas de tus ojos
son más negras que la mora
y entre pestaña y pestaña
una estrellita se asoma.
De su honestidad ideológica se nutre el interés humano que hay en La prostituta y Cuadro de trabajo y lágrimas y esa misma honestidad nos informa, al estudiar este conjunto de sus versos, en el sentido de que—habiendo crítica en unos, cerebración atinada y gracia descriptiva en otros, así como metáforas que llegan casi a la finura del haikai—no hemos hallado en uno solo de ellos—a través de la severidad del lente con que los examinamos—el bacilo purulento de la morbosidad fachistoide que nos asfixia. Y esta limpieza que le viene de su espíritu ratifica nuestra parcialidad.
Por eso—cuando aborda esos temas—para mi sagrados: La prostituta y Cuadro de trabajo y lágrimas no lo hace con el irreverente esnobismo con que poetillas baratos, trepados en el pedestal de su propio abdomen—hincan garras de hiena en el dolor del pueblo, mientras pretenden hacernos creer que rasgan con finura las tenues cuerdas de una lira, que ya todos sabemos orinecida y desprestigiada.
Con este muchacho de 20 años ocurre lo contrario, porque cuando llegó el esposo la virgen prudente tenía aceite en su lámpara.
Horas íntimas.—Es como una oración a la propia conciencia, un adagio atormentado cuyos hondos acordes irrumpen, para usar la misma feliz expresión del poeta—del plano subterráneo de las almas.—Y luego, por un don de agilidad tenemos en contraste con esa nota grave aquel paréntesis festivo de este cuadro del natural que se llama Juan Viñas.
(El viento. general de torpe táctica,
las largas hojas para un lado y para el otro
inclina,
y cuando pasa sin marcialidad alguna,
a bofetones revistando filas,
hace gala de su humor que es fresco y fuerte
y entre ellas silba.)
Su último verso es el Romance de la novia sola. En el estribillo modificado con que termina la composición se resume ingeniosamente—usando un recurso de gracia singular—toda esa nostalgia que se encierra en las anteriores estrofas como perlas en herméticas cajitas de cristal,
La noche se ha desmayado
sobre los montes azules
y los montes se han quedado
mirando, quietos, las nubes...
Aquel acento viril, de afirmación filosófica:—la tierra: —libro, maestra, madre, patria—se atenúa y dulcifica en este Romance de la novia sola, revelándosenos así la riqueza de su generoso psiquismo. Pero tampoco lo vemos correr el peligro de caer en la mera exaltación de esa inconsciente mujer-instrumento, mujer relegada y presa aún en el absurdo social de la colonia, porque si aquí, el tratamiento apropiado del aspecto sentimental que es perdurable, no fuera el buen síntoma que nos libre de desesperar, informándonos en su… De la niña frívola que es suicida de su bueno. de su bello, de su real, vuelven a confirmarse las aseveraciones por las que considero a Facio Brenes, en este momento, digno de una apreciación oportuna y una alentadora crítica.
De sobra sabe él que el futuro perfila una silueta de mujer más recia, capaz de socializar su desvelo romántico para que no se pierda estérilmente en esa calamidad individualista que es el amado: voluble, pero mientras ese tipo de mujer no se imponga. tampoco deja de tener interés esa pobre novia sola que no se realiza plenamente por cuestiones de hado ni de destino sino por cuestiones de cultura.
Dadas sus capacidades de pensar y sentir socialmente. sus cualidades románticas, y el feliz acierto con que se inició su cultura, que se evidencian en estos primeros brotes de su ingenio, Rodrigo Facio Brenes tiene en el programa de su vida un hermoso trabajo literario que realizar.
De RODRIGO FACIO BRENES
= Envío de Emilia Prieto. Costa Rica y mayo de 1437 =
HUMANA TRAGEDIA
El mundo es un vasto y extraño escenario
donde una tragedia vivimos a diario
los hombres. que somos fatalmente el centro
de una lucha oculta corazón adentro.
Naves sin timón, nuestros corazones
bregan en la duda de dos direcciones:
de un lado la carne, que fue hecha de tierra,
en estrecho lazo nuestra vida encierra,
de otro lado el alma, que fue hecha de cielo.
busca el infinito con gigante anhelo.
Y en medio, los hombres. de una y otra siervos.
sufriendo en la lucha dolores acerbos.
El alma ha erigido como sus campeones
las Filosofías y las Religiones:
curiosa, ha escrutado en la oculta Esencia
del mundo y las cosas, con su hija la Ciencia:
amante, ha adoptado como su estandarte
sacro la Belleza, para su hijo el Arte:
y como suprema arma contra el Mal
que acecha a los hombres, ha hecho la Moral.
Mas contra estos fines hermosos y buenos ha puesto la carne los goces terrenos en vez de ofrecernos un algo absoluto, nos brinda el fácil placer de un minuto, y en vez de invitarnos a elevar el vuelo, nos hace arrastrarnos, pegados al suelo.
¿Volar con el Alma hacia el infinito y hacer de ese vuelo un sagrado rito, o estar con la carne, clavados al suelo. saciando las hambres con salvaje celo? Sujeto en la duda de esta interrogante, el hombre ha querido, con fuerza gigante, desprenderse de una de las dos cadenas que juntas, detienen la sangre en sus venas.
Mas todo es en vano: las fuerzas contrarias siguen entablando sus batallas diarias, y su pobre siervo, corazón adentro, continúa ocultando el reñido encuentro.
Por eso la Vida sólo es un valor grandemente humano, sujeta al Dolor.
Julio 8, 1936.
CUADRO DE TRABAJO Y LAGRIMAS
El cielo. El sol. El cafetal. La tierra.
El hombre en medio de ellos.
La hembra a su lado.
Forman un cuadro lleno de rudo empeño.
La canción paseándose en sus bocas.
Los brazos en esfuerzo.
Las perlas en la frente sudorosa.
El sol se quiebra en el fornido pecho.
Y a lo lejos, la torre de una iglesia
juega un juego.
Rudos. De brava naturalidad
sus dos cuerpos repletos.
El, palmada franca en la espalda.
Ella, caricia de labios gruesos.
El trabajo duro que se convierte en pan.
Trabajan para eso.
El amor que se hace hijos.
Se aman para eso.
El cielo se encorva como un buey.
El sol quiere provocar un incendio,
El cafetal cargado de gramos
busca el suelo.
La tierra: libro, maestra. madre y patria.
La que debe ser de ellos.
Porque nacieron de ella
y en ella derraman sus esfuerzos.
El hombre lanza la pupila por los campos...
Los ve como muy lejos...
Dos lágrimas redondas
dibujan su profundo sentimiento.
Entonces, la hembra le echa miel dentro del alma
con los sucios dedos,
Ah pero el hombre siente
un grave peso...
Lloran, al fin, los dos. Piensan en los hijos
panzones y pequeños,
La tierra se va yendo.
En vano la acerado de sus esfuerzos.
El hombre. rudo, fuerte, sudoroso.
tiene los ojos trágicamente quietos,
fijos en una oculta idea.
La hembra quiere movérselos,
La compañera, madre de sus hijos.
quiere engañarle la tristeza a besos...
Barrio de La Soledad, Mayo del 37
DE LA NIÑA FRIVOLA
Ay, la niña de una vida
toda música y colores y cristal!
Que feliz! Cómo se tiende
hacia el mundo, fuera de ella, con afán!
Ay, la niña que no piensa,
que no siente, que no sueña, que no forma
un santuario para su alma,
y la mata, a la pobre, desdeñosa...
Todo es humo en su profundo,
y rajarse de paredes sin frescor;
pero. en cambio, para afuera
qué raudales de absoluta vibración!
Árbol, fuente, cría pequeña,
que se da con inconciencia cantarina..,
¡cómo ignora que esa entrega
se termina antes de entrar al mediodía!...
Vuelos de puro momento
que desecan interiores realidades.
Ay, la niña de una vida
que se esfuma en los huesos ambientales!
¡Qué feliz! Pero es suicida
de su bueno, de su bello, de su real,
de su oasis divino
que la eleva sobre el orbe material...
Siempre, siempre... Con centrifugas:
canciones de su vida de colores,
de música y de cristal,
para callar de su adentro las canciones.
Ay, la niña de una vida...
ay, su frívolo pasar...
ay, dolores no sentidos
en el medio de su entraña espiritual...
Barrio de La Soledad, 6, 3, 37.
LAS HORAS INTIMAS
Son horas cargadas de belleza triste,
Horas que palpitan de emoción tranquila y de sentimiento.
Todo se va estando callado en el hueco
de las grandes sombras. Todo como quieto.
Un reloj suspira su eterna y monótona
marcha que sigue y persigue la marcha del tiempo,
y esa su incansable y cansada voz
parece volverse más grave, más grave, cada otro momento,
Tinieblas en torno de la escena muda
cada vez afirman más su imperio en negro,
y abriéndose paso por los cortinajes
que desde lo alto se precipitan hasta el suelo,
unas luces pálidas y como en desmayo.
dan la sensación de un postrer lamento.
Sólo, allá. en el fondo de le sala grande
donde se enmarañan los cariños viejos.
que unen lo ido, lo huido, con cada presente,
una clara lámpara inunda en reflejos
la imagen de un Cristo que tiene en la cruz
sus largos brazos blandamente abiertos.
Y en cuanto la noche negra más se riega,
y en cuanto el día se siente más muerto, cada vez más muerto,
la imagen tan buena y sencilla del hombre clavado en madera
sobre los destinos humanos inicia un descenso.
Y entonces, de súbito, los cuatro rincones
de la sala grande rompen su aislamiento,
y una cinta larga, hecha de oraciones,
sujeta en fuerte nudo todos los pensamientos.
Y todo es más grave, más grave, más grave,
y como más lento.
Y el poco de ideas y de sentimientos, raudos, se disparan
hacia lo profundo, hacia lo de adentro,
hacia el plano subterráneo de las almas
donde viven encerrados los más íntimos secretos.
Son horas cargadas de belleza triste.
Horas de recuento, horas de recuento.
Horas que calculan el haber y el debe.
En las que se busca cuál es la medida y cuál es el peso
de las experiencias que se han clavado
y marcada en el alma, con un sello intenso.
Y esas oraciones que amarran las almas. Tienen como música,
Tienen como flores. Tienen como besos.
Ah, Señor, Señor, tú que estás callado y viéndome siempre
con ese silencio y con esa mirada que a veces te entiendo,
tú que tienes los brazos largos
blandamente abiertos, blandamente abiertos,
a este pecador que se ha conocido y reconocido,
dale de la luz de tu sentimiento
de amor y perdones, de amor y perdones,
que por siempre alumbra y calienta en tu pecho...
Barrio de La Soledad, abril 23 del 37.
POEMA DE LA PROSTITUTA
La pobre vendedora de caricias.
Su carne de mercado.
Tienes los ojos con un cerco lila
y el alma hecha pedazos.
La paradójica amante sin amor.
Su cuerpo descentrado.
Lo mejor que tienes tú. Tus ansias
maternales, en vano.
Eres de todo el mundo que te compra.
Y pasas por sus manos.
Pero no obstante eso, desgraciada,
tu regazo está intacto.
Porque el regazo de todas las mujeres
tiene algo que es sagrado:
es su deber y su derecho eternos
al goce delicado
de unas manitas débiles y dulces.
Pero eso, tu regazo
no lo ha sentido en sus desvelos fríos,
sino algo muy amargo...
La pobre vendedora de caricias,
Su carne de mercado.
Tienes los ojos con un cerco lila
y el alma hecha pedazos...
ROMANCE DE LA NOVIA SOLA
La noche se recostaba
sobre los montes azules;
los montes querían subirse
a la noche, por las nubes.
Y mirando por la reja.
la novia, lánguida y dulce,
aguardando al que la enciende
en cojas y tibias luces.
Pasan las horas, las horas...
Los sueños bajan y suben...
La noche se recostaba
sobre los montes azules:
los montes querían subirse
a la noche, por las nubes.
Y la luna iba regando
claros montones de lumbre.
Y mirando por la reja,
—ah su amador el voluble!,—
la novia, toda ella leche
y debilidad de tules,
sus manos, nidos de amores,
como dos palomas luce...
La noche se recostaba
sobre los montes azules;
los montes querían subirse
a la noche, por las nubes.
Y el viento, por la arboleda,
arremedaba inquietudes
de corazones de rosa
llorando penas azules.
Ya los sueños de la novia
están cargados de cruces,
y como inútiles cosas
en un subterráneo se hunden...
Ya en quejas grises y tenues
desde su adentro prorrumpe.
¿Por qué no llegó hasta ella
aquel que le enciende en luces
su claro cuerpo de virgen
todo de leche y virtudes?
La noche se recostaba
sobre los montes azules;
los montes querían subirse
a la noche, por las nubes.
No vino el amante ingrato
a beber sus labios dulces,
No quiso venir, no vino,
—ah su amador el voluble!—
Su existencia blanca y tierna
por los frescos suelos huye
y sus albores de lirio
con la luna se confunden...
La noche se ha desmayado
sobre los montes azules
y los montes se han quedado
mirando, quietos, las nubes...
Barrio de La Soledad, mayo 8 del 37.